jueves, 24 de enero de 2013

LA MUJER QUE CASTIGA LA OPRESIÓN FEMENINA EN INDIA



Es la India un país donde nacer mujer es prácticamente una desgracia. 
Para ella misma es peor que ser pobre, y para sus familias una auténtica condena (puesto que deben casarla si o si, y pagar una dote que les arruinará de por vida).

A muchas niñas sus propios padres les niegan ir a la escuela, y cuando entra comida en casa son las últimas en servirse. No se les enseñan oficios porque se las considera prácticamente 'ganado para casar', con la única utilidad del matrimonio.
Una vez casadas, casi siempre con maridos que las doblan, triplican o quintuplican en edad, son maltratadas y violadas, y se les imponen normas más propias del fundamentalismo musulmán, como pedir permiso al marido para salir a la calle.

Si se quedan viudas, nadie las acoge sino que sus propias familias las repudian por considerarlas una carga, viéndose condenadas a mendigar o al suicidio.

Estas son las reglas no escritas de la 'India profunda', y de una sociedad que no abre los ojos ante estas injusticias. O no las abría hasta hace poco.

Una pequeña mujercilla está iniciando una revolución para liberar a las mujeres indias de este yugo.
Sampat Pal es una mujer de metro y medio y rostro tenaz, que armada con su sari 
(pañuelo que viste a la mujer india) de color rosa y un bastón de bambú mas alto que ella, ha decidido acabar con este destino 'escrito'.

Ella ha vivido en carne propia esta condena que supone ser mujer en una sociedad tan patriarcal como la india: sus padres no le dieron estudios por considerarlo innecesario en una mujer; a los 12 años la entregaron en matrimonio a un hombre de 22; sus suegros le impusieron un velo 'por decencia', y su marido no la dejaba salir a la calle sola.

Fue precisamente por estar cansada de la falta de justicia ante la opresión de la mujer por lo que se decidió a crear en 2006 una organización: la Gulabi Gang (La Banda Rosa). 
Primero fueron dos docenas de mujeres, ahora superan las 100.000. Un ejército rosa armado con palos que suscita el temor en los sectores machistas del país.
Tienen a su favor a los medios de comunicación indios y se han hecho dos películas y un documental inspirados en este movimiento.


CONTRA LOS MALTRATADORES
Al mando de su organización, se ha convertido en una heroína contra la opresión de la mujer, y en un personaje popular y 'molesto' (para tradicionalistas) en India. 
La misión de Sampat Pal es acabar con el desprecio general a las mujeres y en especial a las analfabetas, viudas o de 'castas' inferiores, y reclamar su dignidad y su igualdad.
Viendo que la justicia no hace caso de los casos de violación y malos tratos, acoge a las mujeres que huyen de sus maridos, y ha extendido mediante el boca a boca que es mejor ir a pedir ayuda a su organización antes de denunciar.


Cuando una mujer acude a ellas para denunciar malos tratos o violación, la acompañan a un médico para obligarle a redactar un parte de lesiones y luego a comisaría (mas de 60 mujeres en tropel, para acobardar a los agentes). Una vez puesta la denuncia, un 'comité' de esta temible banda de mujeres, 'armadas' con su sari rosa y su bastón, visita al marido y le avisa de que si vuelve a tocar a su mujer, habrá otra visita 'menos amistosa' de la banda.


Es, sin duda, la pesadilla de los maridos maltratadores.
El poder de su unión es tal, que no han dudado en invadir comisarías con cientos de mujeres cuando la policía se ha negado a registrar denuncias de malos tratos o violaciones. 

Además piensa que las mujeres deben ser independientes económicamente, por lo que ha organizado talleres de oficios donde puedan aprender trabajos y valerse por si mismas sin necesidad del hombre.


TAMBIÉN CONTRA LA CORRUPCIÓN
Sampat Pal es un nombre que siembra el terror entre los demasiado numerosos funcionarios corruptos en India.
Aparte de su lucha por una mayor justicia para la mujer, no pierde la oportunidad de vigilar de cerca qué hacen las autoridades indias con muchos fondos destinados a los pobres.

De este modo, cuando se ha enterado de que unos camiones con comida para los necesitados han sido 'secuestrados' o desviados por funcionarios sin escrúpulos para vender la mercancía y enriquecerse con ello, ha puesto en pie de guerra a su 'banda rosa'. Con dos cojones (perdonadme la expresión) han ido cientos de mujeres a interceptar el convoy enarbolando sus largos bastones, subiéndose a los camiones a garrotazo limpio, y obligando a los conductores a reconducirlos a los barrios pobres, repartiendo la mercancía entre sus legítimos destinatarios.

Igualmente asaltaron una oficina de la compañía eléctrica cuando ésta cortó el su ministro hasta que el gobierno local le pagase los sobornos que exigía, pero ellas consiguieron a golpe de garrote que se restableciera el servicio.

Este es el retrato de la nuevo heroína de India, una mujer analfabeta y osada que ha organizado su propio ejército de liberación, que piensa que las mujeres deben ser respetadas, que los maltratadores tienen sus días contados, y que los corruptos pueden ir pensándoselo dos veces antes de robar a los pobres.



UNA PINTORA FRENTE AL FANATISMO ISLAMISTA



Amnah al Nasiri es un bonito nombre de mujer.
Detrás de él se esconde una notable profesora de filosofía y sobresaliente pintora, en uno de los países más complicados políticamente y más fanatizados religiosamente del mundo. En eso se ha convertido Yemen, que era un mosaico de culturas y civilizaciones, donde diferentes razas y religiones convivían con respeto.

Estudió en Moscú (Rusia mantenía a Yemen como aliado en África), tiene su estudio en Sana, la capital yemení, y es la artista más cotizada y respetada entre la clase rica de su país, siendo igualmente un éxito sus exposiciones internacionales (Alemania, Italia, etc).






Al Nasiri está divorciada, algo poco habitual en los países islámicos, y es profesora de filosofía en una universidad (igualmente una rareza en los países muy islamistas).

Desde su posición como personaje público denuncia en cualquier entrevista el islam intolerante que impera ahora en Yemen y que, gracias a la pobreza del país, usa el dinero para acercarse a unos jóvenes cada vez con menor nivel cultural y educativo. Éstos caen fácilmente en sus proclamas y redes cuando les ponen la religión como salida a los problemas.


Amnah siempre recuerda su adolescencia, cuando ninguna mujer estaba obligada a llevar hijab (pañuelo en la cabeza), y sin embargo hoy, en poco mas de una década, el cambio es radical y las mujeres deben cubrirse totalmente con nyqab (vestimenta negra que sólo deja ver los ojos) para no desatar la ira de los grupos religiosos que controlan la sociedad yemení.


De igual modo lamenta la imagen exterior de su país, del que jamás se muestran buenas noticias. Se enorgullece de que nunca la han censurado, y opina sin morderse la lengua sobre los fanatismos. Defiende que Yemen es un país con una música y arte muy vivos y diferenciados del resto de África, y lamentablemente los fanáticos intentan acabar con todo, pero aún les cuesta, porque hay tolerancias muy arraigadas en la sociedad yemení desde hace siglos.


Afortunadamente los islamistas radicales no han conseguido (aún) en Yemen fanatismos tan asentados en Arabia Saudí (su vecino) como la segregación de sexos en actos públicos y escuelas. Yemen, tolerante durante siglos por seguir las leyes beduinas, daba importancia a la mujer y en sus universidades todavía las clases son mixtas. Y hay movimientos feministas.


Cuando le preguntan por qué sigue en Yemen y no se ha marchado a Europa, responde que su familia, su tierra, su gente son Yemen, y que la situación ya es tan mala que no puede ir a peor. Entiende que la educación es la base del cambio, y mientras pueda seguirá dando clases para tratar de mostrar a los jóvenes que religión y política deberían ir por separado, y que los yemeníes nunca deberían perder su capacidad de pensar, de crear y de respetar al prójimo.